
Foto: Archivo
-A través del documental Cantando con El Diablo
Andrés TORRES
URUAPAN, MICH.-“El Diablo” se soltó en Uruapan la noche del jueves en el Teatro La Morada para revelar su postura vital, poesía, sufrimiento y detalles de su vida a través del documental “Cantando con El Diablo”, del uruapense Jesús Ayala.
Filósofo, asceta, poeta, presidiario, profeta, loco, prófugo, fueron algunas de las palabras con las que un grupo de escritores definió la noche del jueves a este personaje que el lector recordará deambulando por la calle Francisco Villa, con su voz grave y profunda y ojos bien abiertos.
De “El Diablo” se sabe nació y malvivió en Guadalajara, Jalisco; encuentros y desencuentros lo trajeron a Uruapan, donde estuvo preso y compartió sus pensamientos en talleres y colectivos alternativos de la ciudad: una crítica a la religión, a la condición del hombre posmoderno, al hastío, al conformismo en busca del “hombre digno”.
Jorge Teillier pensaba que los filósofos no se encontraban en las escuelas de filosofía, sino en los bares; los románticos profesaban un estilo de vida cercano a los parias, a partir de la obra de Henry Murger; los puntos de encuentro de los infrarealistas eran los bares de la calle Bucareli, en la Ciudad de México; dicen que un viejo poeta de esta ciudad imparte clases en las madrugadas de los clandestinos…
Así, “El Diablo” impartía largas conferencias casuales, en los lugares y las horas menos pensadas, tal es el caso del documental que editó y grabó Jesús Ayala: “fue casual, estábamos en la vinatería de Juan (Vinatería Sarabia) y llegó, se soltó en su conversación”.
Previo a la proyección, Lenin Guerrero, Juan Cendejas, Miguel Ángel y Jesús García compartieron textos propios y de escritores como Ramón Méndez, el infra de Morelia, fallecido en el 2013.
Juan Cendejas hizo un recuento de parias, marginados y noctámbulos que recibió en su vinatería durante estas últimas décadas; “algunos ya murieron”, recordó el filósofo autodidacta.
Además, destacó la relación entre la locura (o la exclusión social de ciertas personas) y la creatividad, la creación y la búsqueda de nuevos modelos, de formas de vida alternas al establishment.
Así concluyó la noche: con risas y provocaciones, una de las últimas que prodigará el foro La Morada cada jueves, un espacio para las letras y la compañía, hasta que cierre finalmente sus puertas.
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